Salvador Ibiza, consultor agrónomo de renombre y parte integral de Gesnoga Consulting, posee una trayectoria destacada en la optimización de prácticas agrícolas en la región mediterránea. Con un enfoque particular en los cítricos valencianos, Salvador ha enfrentado los desafíos de cultivar variedades como la navelina y la clemenules, adaptándose a las exigencias del mercado y los cambios climáticos.
En esta entrevista para ZERYA, exploraremos su visión experta sobre los retos actuales y futuros de la citricultura en la Comunidad Valenciana, desgranando su experiencia para acompañar a los productores en el proceso hacia una producción más sostenible.
El cambio climático puede tener un impacto negativo en la producción de cítricos en la Comunidad Valencia, manifestándose principalmente a través de un aumento en las temperaturas, cambios en la precipitación, y la aparición de fenómenos meteorológicos extremos, como pedriscos. Estas condiciones afectan al crecimiento de la fruta. Además, el estrés hídrico y las temperaturas más altas incrementan la incidencia de algunas plagas.
En cuanto a las variedades, veo que las más rústicas se adaptan mejor. Por ejemplo, la variedad Navelina y algunas variedades de clementinas como la Clemenules están mostrando una mayor resistencia a estas condiciones adversas.
Se observa que se están implementando nuevos protocolos, aparte de ya conocido GLOBALG.A.P., sobre el uso de los fertilizantes y fitosanitarios; promoviendo con ello un uso más racional y controlado de estos productos, con énfasis en la reducción de residuos químicos en los cultivos. Estos nuevos protocolos buscan un uso más sostenible del agua de riego, y una mejor gestión integrada de plagas y enfermedades.
Muchos productores están implementando técnicas de control biológico para manejar plagas, utilizando depredadores naturales en lugar de pesticidas químicos. Además, se están adoptando fertilizantes orgánicos y prácticas de fertirrigación que permiten una aplicación más eficiente y precisa de nutrientes, minimizando el impacto ambiental, mediante el empleo de Bioestimulantes.
Estas adaptaciones no solo buscan cumplir con la legislación, sino también responder a una creciente demanda de los consumidores por productos más sostenibles y seguros desde el punto de vista de la seguridad alimentaria.
Las principales preocupaciones de los productores citrícolas, tanto ecológicos como convencionales, giran en torno a la sostenibilidad económica y medioambiental de sus explotaciones.
Para los productores ecológicos, el desafío principal es el control efectivo de plagas y enfermedades, así como la gestión del suelo y el agua de manera que mantenga la fertilidad y productividad a largo plazo, con precios de venta de la fruta acordes a sus costes de producción.
Por otro lado, también los productores convencionales están preocupados por la presión para reducir el uso de químicos y adaptarse a las nuevas regulaciones, al mismo tiempo mantener rendimientos competitivos y conseguir alta calidad en sus productos. La incertidumbre climática y las fluctuaciones del mercado también son preocupaciones comunes para ambos tipos de productores.
Para ello es necesario una diferenciación de su producto.
Teniendo en cuenta que hay que hacer una producción acorde a las demandas actuales de los supermercados; esta diferenciación pasa por producir bajo los protocolos antes mencionados de GLOBALG.A.P., que ya están implantados en otras zonas productoras, además de: SPRING, GRASP, BIODIVERSITY etc.
Se trataría de conseguir además los siguientes objetivos a más corto plazo:
Esta diferenciación a nivel local con los objetivos arriba indicados a corto plazo pueden ser más satisfactorios para los productores que las implementaciones de más largo plazo establecidas en los protocolos más generalistas, siempre dentro de una mejora continua.
Sí, hay una tendencia creciente entre las SATs , Cooperativas y sobre todo los grandes productores que comercializan en centrales citrícolas hacia una concentración de la oferta , incluso con especialización de variedades en distintos centros de manipulación.
Con respecto a la demanda se observa la tendencia descrita en el punto anterior, pero no debemos olvidar que la diferenciación es necesaria para que el productor pueda conseguir una mayor rentabilidad en sus producciones.
Un productor que quiera implementar prácticas de producción sin residuos siguiendo las directrices de ZERYA debe enfocarse en varios aspectos clave:
Definitivamente, diferenciar los cítricos con la garantía de ZERYA es una ventaja competitiva en el mercado europeo. No debemos tampoco olvidar que dichos cítricos se producen en Europa, y se debe involucrar a también a los consumidores en cómo se realiza la producción de la misma. Estos como se ha indicado están cada vez más preocupados por la sostenibilidad y la seguridad alimentaria, y buscan fruta que cumplan con altos estándares de calidad y que sean cultivados de manera responsable.
La certificación ZERYA, que asegura una producción sin residuos, responde directamente a estas preocupaciones y puede ayudar a los productores a posicionar sus cítricos como productos premium en un mercado competitivo.
Además, la garantía ZERYA no solo mejora la imagen del producto, sino que también puede abrir puertas a nuevos mercados que exigen este tipo de certificaciones, permitiendo a los productores obtener un mejor precio por sus productos y fidelizar a un público cada vez más consciente de los aspectos medioambientales y de salud.