El cambio climático, las nuevas prácticas de economía circular y los nuevos hábitos de consumo serán las causas de 10 nuevos riesgos alimentarios, según Roberto Ortuño, AINIA
El I Encuentro de Calidad y Seguridad Alimentaria, celebrado recientemente en AINIA, identificó los principales riesgos alimentarios emergentes que pueden tener un mayor impacto en los próximos años. Roberto Ortuño, responsable de Seguridad Alimentaria en AINIA, apunta:
“Hablamos de nuevos riesgos para la seguridad alimentaria, pero no necesariamente se trata de peligros desconocidos, ya que el hecho de que un peligro se convierta en riesgo emergente se puede deber, a dos causas principales”.
Las dos causas comentadas son: La identificación de un peligro nuevo que impacta de forma suficiente como para pasar a considerarse un riesgo significativo, y la constatación de un aumento de la exposición o de la vulnerabilidad a un peligro que, aunque conocido, pueda pasar a tener un nuevo impacto significativo sobre la salud humana. Así pues, los 10 riesgos emergentes cuyo impacto se consideró más plausible, según los expertos que participaron en el encuentro son:
Las causas para la aparición de riesgos emergentes las tenemos que buscar, señala Roberto Ortuño, en cambios en el entorno o en avances científicos que permiten identificar peligros desconocidos. En el primer caso, Roberto Ortuño apunta:
“Podemos a su vez distinguir entre cambios ambientales y modificaciones en los hábitos de consumo. En el segundo, entre la identificación de un nuevo peligro y el avance en las técnicas de cuantificación de los métodos de análisis”.
Para el responsable de seguridad alimentaria de AINIA, las causas o “drivers” más importantes, al menos en la actualidad, son en primer lugar el cambio climático. La modificación de las condiciones ambientales, y de forma muy significativa el aumento de la temperatura terrestre está impulsando que emerjan y se hagan plausibles nuevos riesgos. La temperatura, es un factor determinante de la cinética de las reacciones químicas y de la actividad biológica, por lo que no es raro que este cambio de condiciones afecte de una u otra forma a la seguridad alimentaria.
Por otra parte, la sostenibilidad es, al igual que la seguridad alimentaria, un gran reto para la cadena alimentaria. Debido a ello, la adopción de alternativas de circularidad, que permitan un rendimiento máximo del sistema alimentario global constituye una prioridad en el campo de la innovación.
No obstante, estas prácticas, subraya Roberto Ortuño, tal como se constata en el informe externo de EFSA «Vulnerabilidades de la seguridad de los alimentos y los piensos en la economía circular” (Food and feed safety vulnerabilities in the circular economy | EFSA (europa.eu)):
“Bien por constituir una novedad en sí, o por tratarse de prácticas conocidas que se puedan extender o generalizar, pueden conllevar la aparición de nuevos riesgos.”
Por último, el cambio en los hábitos de consumo puede tener también incidencia sobre la seguridad alimentaria, “ya sea por aumentar la exposición a un determinado tipo de alimentos, como por introducir en la dieta nuevos alimentos” apuntan desde AINIA. Este es el caso de la tendencia a la incorporación en la dieta de proteínas alternativas ya sean de origen vegetal (análogos cárnicos plan-based), de insectos o de productos de origen sintético como en el caso de la llamada “carne artificial”.
Roberto Ortuño concluye:
“Sin duda estos tres “drivers” están en la actualidad ejerciendo una fuerte influencia en el sistema alimentario a través del propio medio, de la evolución de las prácticas productivas o de las nuevas tendencias de consumo”.
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