La 4ª Revolución Industrial o Industria 4.0 es la evolución lógica de la Industria 3.0 (la industria robotizada). Surge al integrar nuevas tecnologías digitales de inteligencia artificial, como el Internet de las Cosas (IoT), la comunicación M2M (entre máquinas), la tecnología RFID (identificación por radiofrecuencia) o la visión artificial (Visual Slam). Esta digitalización afecta tanto al packaging como a la logística.
La digitalización del packaging implica la incorporación de tecnologías conectadas al diseño y producción de envases y embalajes, así como a todos los procesos de envasado. En el caso de la logística, conlleva la conexión digital de todos los procesos a lo largo de la cadena de suministro. Incluye desde la utilización de tecnologías RFID y big data, al empleo de drones y vehículos autónomos de reparto para la última milla.
Tres de las tendencias en packaging alimentario son la digitalización, la conectividad y la sostenibilidad. Gracias a ellas se puede mejorar la calidad del producto, optimizar la seguridad alimentaria y acelerar el proceso de envasado y entrega. Todo ello con un mayor control en tiempo real de todo el proceso y menos emisiones de CO2.
Ya existen robots cosechadores con brazos articulados y sensores ópticos capaces de coger y depositar en cajas cuidadosamente solo aquellas fresas, tomates o bayas que están en su punto óptimo de maduración guiándose por su color y tamaño.
Otros robots envasadores ya disponen de tecnologías ópticas de escaneado para detectar y descartar las piezas con posibles taras, una cantidad excesiva de fertilizantes u otros productos potencialmente tóxicos o prohibidos.
Para asegurar la calidad y procedencia de los productos a todos los actores de la cadena de valor, además de todo lo anterior, el sector alimentario ya dispone de envases inteligentes con tecnologías blockchain para controlar la trazabilidad.
La gestión manual de los almacenes es más lenta y conlleva inevitables errores humanos. La incorporación de robots móviles autónomos (AMR), sistemas ópticos de localización y mapeo (Visual Slam), el picking automático y la selección y descarte de paquetes defectuosos con inteligencia artificial ya está modificando el trabajo de los almacenes.
A la vez que se empaqueta, paletiza y almacena se puede monitorizar el estado del producto y descartar los estropeados, rotos o con taras.
La automatización cada vez más completa de los procesos logísticos y del packaging permite integrar varios procesos en uno (picking, calibrado y descarte, por ejemplo). También reduce los vehículos de movimiento de palés en las zonas de trabajo de los almacenes.
La gestión de datos en tiempo real permite crear una timeline precisa con toda la cadena de suministro y actuar de forma rápida ante cualquier incidencia para garantizar la integridad de los trabajadores y del producto.
Para esto último, el smart packaging incorpora sensores de temperatura o de gas e informa de cualquier cambio en las condiciones del producto. Así el envasador puede intervenir antes de que el alimento se eche a perder.
Los envases de EPS y EPP para poscosecha serán decisivos para este packaging del futuro ya que pueden personalizarse para adecuarse a todas estas automatizaciones.
Reducir el factor humano en los procesos mecánicos e incorporar sensores y tecnologías conectadas acelera los procesos y abarata costes.
Por mucha agilidad y experiencia que tenga un operario, ni sus manos son tan sensibles como para calibrar con exactitud el peso de una ciruela, ni su vista tiene la capacidad de apreciar pequeños matices de colores o texturas de maduración.
Un simple cambio en la programación puede acelerar el flujo de envasado si aumenta la demanda, o, por el contrario, ralentizarlo si se estanca. Así, es posible mantener productos poscosecha en cámaras hasta que haya demanda suficiente o los precios de mercado sean propicios.
Automatizar los procesos de envasado y ajustar la oferta a la demanda reduce el desperdicio alimentario. Si sumamos la incorporación de energías limpias al sector agroalimentario, vemos cómo el sector entra en una nueva era, más responsable con el medioambiente.
En resumen, todos los cambios anteriores mejoran la competitividad de las empresas y permiten mejorar los beneficios.