En el siguiente artículo, KNAUF INDUSTRIES analiza si el plástico verde o el bioplástico es una alternativa al envasado convencional
Bioplástico: ¿una alternativa al envasado convencional?
El plástico que se obtiene a partir del petróleo deja una gran huella de carbono por la necesidad del refino. Los de fuentes renovables tienen una huella mucho menor. Si además valorizan residuos de alimentos y evitan el desperdicio alimentario refuerzan la economía circular.
Sin embargo, en el caso de algunos plásticos vegetales hay que ver su impacto en la tierra cultivable, la huella hídrica y hasta las consecuencias sociales y alimentarias de usar alimentos para fabricar plásticos.
También, hay que valorar si su durabilidad, resistencia y el precio final los convierten en
alternativas de futuro viables al uso de plásticos de origen fósil.
Por todo lo anterior, la
producción de plástico de origen ecológico supone solo una pequeña parte de la producción mundial.
De los 368 millones de toneladas de plástico que se producen al año, según
Plastics Europe, poco más de 2 son bioplásticos. No puede, por tanto, considerarse aún una alternativa al plástico, sino un
complemento con excelentes perspectivas de crecimiento. Para 2024 se espera que la producción de bioplásticos alcance los 2,4 millones de toneladas. De ellos, el 55% serán biodegradables.
Tipos de plásticos verdes
Veamos cómo se clasifican y qué cualidades presenta cada uno.
Por su origen
Hay
bioplástico de origen vegetal, fabricado con materias primas vegetales, como el maíz, la caña de azúcar, la patata y hasta de restos alimentarios.
Otros, como
NEOPS®, es un estireno patentado por
KNAUF INDUSTRIES y obtenido a partir de restos de biomasa no agrícola.
Que sean de origen vegetal no significa que acabado su ciclo de vida todos se comporten como un vegetal y se biodegraden de forma natural. De hecho, NEOPS® requiere reciclaje mecánico
cualquier otro poliestireno y se debe depositar en el cubo amarillo.
También hay
bioplástico de origen fósil, como elPBAT. Es un polímero obtenido a partir del petróleo, capaz de biodegradarse en poco tiempo por la acción microbiana. Su aplicación en
envases alimentarios biodegradables evitaría muchos residuos domésticos.
Su talón de Aquiles es su aún escasa resistencia al agua, lo que condiciona su durabilidad. Los ingenieros químicos trabajan también en mejorar su imprimibilidad y la resistencia al calor y el brillo.
Por su capacidad de biodegradarse
Para sorpresa de muchos,
no todos los bioplásticos son biodegradables, aunque se hayan fabricado a partir de materiales vegetales. Algunas resinas comparten las mismas propiedades que los procedentes del crudo y deben reciclarse de idéntica forma.
Los
bioplásticos biodegradables se biodegradan por la acción del sol, el aire o los microbios. Algunos, incluso son compostables. Una de sus aplicaciones más prometedora es para los invernaderos, donde resolverían el grave problema de los restos de acochados agrícolas.
Algunos
bioplásticos biodegradables son compostables. Esto quiere decir que pueden convertirse en alimento para fertilizar el suelo. Un ejemplo es el ácido poliláctico (PLA). El problema es que esto tampoco es instantáneo, ni sucede de forma espontánea en la naturaleza. Un compostaje efectivo en condiciones controladas en la industria (alta temperatura, control de microorganismos…) puede tardar unos 6 meses. En un entorno doméstico no se logran temperaturas tan elevadas y puede tardar entre 6 meses y un año.
Reciclaje de plásticos de origen vegetal
Es la pregunta del millón:
¿a qué contenedor echo el plástico vegetal? La respuesta no es sencilla y requiere de mucha pedagogía y divulgación para conocer las diferencias entre los distintos plásticos verdes.
Los bioplásticos no biodegradables van al contenedor amarillo, si se pueden reciclar, o al de residuos generales, si no es posible su valorización y ha de acabar en vertedero. Los
bioplásticos compostables o biodegradables, al contenedor marrón.
Una forma de valorizarlos adecuadamente sería incorporar en el envase o en las instrucciones de uso del producto, cómo proceder al concluir su ciclo de vida.
Echar un plástico equivocado a los flujos de reciclaje habituales compromete todo el reciclaje.
Por ejemplo, tirar plásticos compostables al contenedor amarillo interrumpe el proceso de reciclaje normal. Todo el lote que coincida con esos residuos se desechará y acabará en el vertedero.
Y al revés, un plástico que debiera ir al cubo amarillo, arruinará el compostaje de los compostables. O peor aún, si se tira al de desechos generales puede acabar degradándose en microplásticos y durar décadas en el océano. No podemos dejar de señalar que hay líneas de investigación abiertas para aplicar el
reciclaje químico en plásticos biodegradables, como el PLA. El objetivo es acelerar de forma controlada y sostenible la gestión del final de su ciclo de vida.
Otros plásticos de origen ecológico
Los plásticos verdes a partir de materias primas vegetales llevan ya mucho camino andado. Pero los investigadores en química no descansan buscando nuevos materiales plásticos de origen renovable.
Prueba de ello es el PHB (Polihidroxibutirato), un biopolímero biodegradable desarrollado en el AINIA a partir del
suero de la leche de excedentes queseros. Tiene propiedades similares al polipropileno (PP) y se podría emplear en envases de inyección en molde.
Valorizar excedentes alimentarios, como en el caso anterior, es una línea de investigación alineada con la economía circular que permite alargar el ciclo de vida de los alimentos que ya no son aptos para el consumo humano.
Algo similar sucede con los bioplásticos de
restos de biomasa no agrícola, como NEOPS®. En ambos casos la producción de plástico no alteraría ni la producción, ni la gestión de productos agrícolas destinados a la alimentación humana.
También en el
AINIA se han logrado bioplásticos a partir de mondas de patata o zanahorias. The Circular Lab, por su parte, ha logrado
PHBV (PoliHidroxiButilValerato) extrayendo glucosa de residuos vegetales. Este bioplástico es biodegradable en el entorno marino.
Otros investigadores trabajan sobre mezclas de PHBV con caucho, para mejorar su resistencia y flexibilidad. En Estados Unidos se trabaja en bioplásticos fabricados con caseína, mientras que científicos de Gottingen trabajan en un nuevo polímero hidroplástico denominado cocinamato de celulosa (CCi). Se extrae de la celulosa de las plantas.
Sigue leyendo sobre las principales aplicaciones de los bioplásticos