Control de la temperatura en productos frescos y congelados

La mayoría de los productos alimenticios, sobre todo los frescos y congelados, están formados por sustancias que se deterioran fácilmente debido a las temperaturas demasiado altas o bajas y a la humedad. Además, la distancia entre los lugares de producción y de venta suele ser considerable y requiere un largo viaje. Por ello, los alimentos se transportan en condiciones de temperatura controlada en las que la cadena de frío asegura la conservación de la calidad organoléptica y nutricional y la seguridad para la salud del consumidor.

En el caso de los productos frescos, la refrigeración limita o bloquea el crecimiento de bacterias que no sólo alteran las propiedades organolépticas y nutricionales, sino que también pueden provocar la propagación de dolencias y enfermedades entre los consumidores.

En el caso de los productos congelados, es esencial que las temperaturas se mantengan por debajo de cero de forma continua para evitar la descongelación, la formación de macrocristales de agua con cualquier nueva congelación y el inicio de procesos de degradación también relacionados con la proliferación bacteriana.