Por Beatriz Riverón, Bioquímica farmacéutica
Las uvas de mesa son una fruta popular debido a su notable calidad organoléptica y nutricional. La producción mundial ascendió a alrededor de 26,25 millones de toneladas durante el año comercial 2021-2022. La mayor parte de la producción mundial de uva de mesa se distribuye en los mercados locales, y suele comercializarse a los pocos días de la cosecha. Sin embargo, el deterioro del raquis, como el marchitamiento y el oscurecimiento, ocurre rápidamente, ya que, en esta estructura, la respiración es más intensa que en las bayas (no climatéricas) y también es más propensa a la deshidratación. Este fenómeno, confiere una apariencia antiestética de los racimos y reduce su atractivo para los consumidores. El pardeamiento del raquis se clasifica como un trastorno amplio poscosecha que está relacionado con la deshidratación y senescencia de los tejidos, la destrucción de la integridad celular, la degradación de la clorofila, el oscurecimiento mediado por etileno y los procesos oxidativos. En general, el deterioro de la integridad celular durante la senescencia tisular provoca la pérdida de la compartimentación celular con liberación de enzimas y sustratos, favoreciendo así la aparición del pardeamiento enzimático. El pardeamiento del raquis depende principalmente de la actividad de la enzima polifenol oxidasa y de la disponibilidad de compuestos polifenólicos como sustratos; esta estructura posee un alto nivel de compuestos fenólicos, por lo tanto, es más propenso a la oxidación y pardeamiento.